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—¡Carguen con todo lo que tengan mis valientes! —Gritaba Páez mientras cabalgaba al frente de más de 1500 jinetes, más atrás, los restos del Bravos de Apure corrían a unirse con los restos del Cazadores Británicos. La artillería realista disparaba a discreción alcanzando algunos jinetes, quienes salían disparados de sus caballos y eran arrollados por sus compañeros. El Teniente Pedro Camejo cabalgaba frente a su escuadrón con un frenesí impetuoso. «Debo llegá primero, debo llegá primero, yo no soy cobarde». Se decía una y otra vez mientras las explosiones en el campo de batalla se intensificaban, mezclada con el sonido de miles de gritos y cascos de caballo chocando con la tierra.

   En el frente español, miles de infantes aguardaban la llegada de Páez y sus centauros, sus casacas rojas y sus quepis del mismo color producían en ellos un sofocable calor, eran las 12:30 del mediodía y el Sol no tenía clemencia, aún así se mantenían firmes. Los Húsares emprendían la carga para repeler la carga patriota y así poder frenar su avance, y dar tiempo a la infantería de disparar. El T. Cnel Illas veía con total serenidad aquella gran estampida acercarse. Ya estaban a menos de 150 varas y los soldados españoles se mostraban inertes y sin ápice de temor.

—¡Hombres de España preparaos! —Gritó Illas mientras más de 1200 percutores sonaban de forma sincronizada. «Ven desgraciado campesino, ven, vamos ven maldito». Pensaba. Mientras aguardaba el choque.

   Los Húsares reales chocaron en tremendo duelo contra los centauros de Páez quienes les superaban en número, el Teniente Camejo lanceó con su cuchara a un oficial español quien salió despedido por el impacto, la orquesta de la muerte se componía de extraños sonidos; lanzas partiéndose, relinchares de dolor, disparos sin objetivos, gritos de dolor, metales chocando… Los Húsares habían sido derrotados en un momento, sin embargo, lograron su contenido, frenar por unos segundos la cabalgata patriota. El Teniente Camejo pasó de lado del sitio donde yacían los valientes británicos, en una pequeña mata, vio a su comandante Thomas Ildeston agonizante con su sable en alto, dando una última orden; una carga general. Las explosiones levantaban la tierra, y en algunos momentos, a jinetes y caballos por igual. «Yo soy uno de los héroes de las Queseras del medio, a mí me dieron una medalla, el Libertadó Boliva me dio una orden pa ´mí, yo soy un negro valiente». Pensaba mientras se acercaba cada vez más a los españoles.

—¡Recuerden soldaos que el cielo abre las puertas pa ´los patriotas que mueren en batalla!¡carguen carajo, sin miedo! —Gritaba Camejo a los hombres de su escuadrón.

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—¡Españoles! —Gritó con fuerza el T.Cnel Illas mientras cabalgaba de un lado al otro de la larga línea de infantería, —¡Los insurgentes vienen en nuestra contra, demostrad que son el mejor ejército del mundo, aquel que echó a patadas al Pepe Botella y derrotó a su hermano Napoleón! —Los soldados veían el cómo aquella gran carga se acercaba, ya podían sentir el suelo temblar bajo sus pies.

—¡Preparaos! —Gritó más fuerte mientras los soldados posicionaron sus bayonetas al frente, sin miedo, sin piedad, los españoles aguantarían a la mejor caballería de Colombia.

—¡Fuego! —Ordenó mientras los soldados empezaban a disparar a discreción, una gran nube de pólvora quemada se levantaba entre aquellos hombres, y el viento no les era favorable. Algunos jinetes rodaban por el suelo mientras otros hacían piruetas para esquivar a sus compañeros caídos. El choque era inminente y los soldados españoles alzaron bayonetas. El impacto fue sangriento, algunos españoles salían disparados arrollados por los centauros, del mismo modo, algunos jinetes eran atravesados por las bayonetas, la sangre de todos se esparcía por el ambiente y cientos de gritos se escuchaban en aquel campo. El Teniente Camejo lanceaba sin parar: uno, dos, tres españoles caían bajo la furia del “Negro Primero”. De repente, sintió dos picadas calientes en el pecho, cuando la adrenalina lo dejó, se dio cuenta que había sido herido, su cabeza daba vueltas y su vista se nublaba, aún no comprendía lo que pasaba. «Me dieron carajo, me dieron». Pensaba mientras soltaba su lanza, sus manos ya no le permitían sostenerla. Buscaba al General Páez en medio de aquel combate que parecía eterno, ya la infantería del Cazadores Británicos y del Bravos de Apure se había incorporado a la enorme batalla. De repente, vio al catire Páez, divísole entre la humareda y su agonizante visión, su uniforme de cazador rojo lo evidenciaba, ya casi no le quedaban fuerzas para tomar las riendas de su caballo, pero su orgullo guerrero no le permitía abandonar la pelea.

—¡Yo no soy cobarde, no soy cobarde carajo! —Decía mientras su caballo, a pasos cortos, se dirigía a donde el catire.

«Mamaíta, yo la quiero ve otra vez, mamaíta, quiero que vea que su negrito es Teniente y valiente, mírame mamaíta, estoy en una batalla de hombres bravos». Pensaba mientras recordaba a su madre en San Juan de Payara.» Mamaíta, no la he visto en tanto tiempo, ya no recuerdo su nombre… Catire Páez, yo si soy un bravo». Seguía pensando mientras alucinaba, ya sus pensamientos se mezclaban con el sueño, tenía sueño, un sueño que siquiera los disparos y miles de euforias del momento podían. Un grito lo hizo volver en sí.

—¡Pero bueno negro del carajo! ¿Qué hace usted aquí? ¡Vaya a pelear y no sea tan cobarde! —Le gritó Páez con severidad. El negro le vio con ojos brillosos, como aquel hijo que ve a su padre después de un largo tiempo, una débil sonrisa se dibujó en su barbudo rostro.

—¡Mi General! —Respondió Camejo mientras de su boca brotaba sangre—. ¡Vengo a decirle adiós mi General, porque ya estoy muerto! * —El Teniente Camejo cayó muerto de su caballo. Páez miraba fijamente su cuerpo, recordaba muchas cosas que había vivido con Camejo; Peligros, regaños, joropos, carnes en vara, batallas… Su cara era la de un guerrero, pero su corazón sentía la pérdida del Negro Primero. Un arrebato de rabia se apoderó de él, alzó su sable y gritó con fuerza: —¡A la carga mis valientes! —Con una nueva carga, todo el grueso de la caballería patriota atacaba de nuevo a las ya diezmadas tropas del Rey Fernando, el ala derecha del ejército español había caído y ya se batían en retirada.

   Luego de finalizada la batalla, el General Páez volvió al sitio donde había caído Camejo, se encontraba tal cual lo dejó, miles de hombres se congregaron a su alrededor. Páez apeó su caballo y caminó ah donde se encontraba, en eso, el Estado Mayor llegaba; Mariño, Conde, O´Leary, Salóm, Méndez. Bolívar vio a todos los soldados; sus caras sucias demostraban la ardua faena que habían librado. Páez interrumpió lo que hacía y se le presentó al Libertador, quien lo vio con admiración.

—¡General Páez, en nombre de la República de Colombia y por el poder que su seno me confiere, lo nombro General en Jefe de todos los ejércitos de Venezuela! —Dijo Bolívar de manera efusiva señalando todo el cielo. Un sinfín de hurras se escucharon en aquel campo, Páez sonreía a medias y Bolívar notó que algo ocurría.

—¿Es que no le alegra la noticia General? —Preguntó Bolívar con suspicaz atención.

—Si mi General Bolívar, claro que me alegra, lo que pasa es que el Negro Camejo ha caído, mírelo allá. —Dijo Páez señalando el lugar. Bolívar sintió cierto pesar, ese negro era especial para él, muchas risas y amenas compañías le había regalado, luego, dirigiéndose con el centauro al sitio, Páez tomó un pabellón, ambos vieron a Camejo, luego Páez se agachó y cubrió su cuerpo con la bandera. «Descansa valiente amigo, gracias por todo» Dijo con mucha tristeza y pesar.

*Este pequeño fragmento obedece a la autoría de Eduardo Blanco en Venezuela Heroica, en su autobiografía, Páez no reconoce este hecho, al contrario, dice que el Teniente Camejo cayó en las primeras balas de la carga contra el Burgos.

Juan Carlos Díaz Quilen

Serie Héroes Muertos

Primero muerto que cobarde (2° parte).

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2 comentarios en “Héroes Muertos. Primero muerto que cobarde (2° parte)

  1. De pequeño no me gustaba la historia de Venezuela me parecía aburrida pero desde hace un tiempo por la situación de nuestro país me ha empezado a gustar y de causalidad llegue a tu página y me fascina como se relata me imagino todo en UHD y 3D y se brotan más emociones. Muy buena pagina

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